jueves, 29 de junio de 2006

El Síndrome de los Síndromes (II)

Síndrome de Clérambault

El síndrome de Clérambault, también conocido como erotomanía, puede ser considerado como una derivación de la esquizofrenia paranoide. Se trata básicamente de un enamoramiento obsesivo, generalmente de alguien inaccesible y de rango social superior, con el convencimiento de que la otra persona te corresponde secretamente, enviándote señales sutiles en cada acto aparentemente inocuo.

Las primeras referencias a esta condición pueden encontrarse en textos de Hipócrates, Plutarco y Galeno, pero el primer caso científicamente estudiado fue el de una mujer francesa poco después de la Primera Guerra Mundial cuyo objeto de amor era el rey Jorge V. Dicha mujer había viajado a Inglaterra varias veces con la sola intención de apostarse ante las verjas del palacio de Buckingham con la esperanza de vislumbrar al rey. Estaba convencida de que toda la sociedad londinense comentaba sus amores con el rey, que estaba muy afectado. Cuando en una de sus visitas no encontró alojamiento en ningún hotel, creyó que el rey había utilizado su influencia para impedir su estancia en Londres. La única certeza que tenía era que el rey la amaba. Ella lo quería a su vez, pero estaba amargamente resentida con él. Él la rechazaba, pero no dejaba de darle esperanzas. Le enviaba señales que sólo ella sabía interpretar, dándole a entender que por muy inconveniente, por violento e inadecuado que fuese, la amaba y siempre la querría. Se servía de las cortinas del palacio de Buckingham para comunicarse con ella. El psiquiatra que la trató definió su triste y agrio amor como un síndrome, dando su propio nombre a aquella pasión morbosa. De Clérambault.

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es tan tristemente hermoso, que casi dan ganas de padecerlo...

Rfa. dijo...

Fascinante. He estado wikipediando y resulta que el hombre que atentó contra Reagan era también erotomaníaco: amaba a Jodie Foster y pensaba que si se cargaba al presidente ella reaccionaría y le declararía su amor en público. Al fin y al cabo, el atentado era un guiño a TAXI DRIVER.
Lo interesante, sin embargo, no es pensar en esta gente como enfermos, sino como cuerdos. ¿Os imagináis? ¿Y si resulta que detrás de cada gesto aparentemente intrascendente de los personajes públicos hay un mensaje oculto? ¿Qué quiso decir Leticia Ortiz cuando se le levantó la falda hace dos semanas? ¿A quién se dirigía realmente Luis Aragonés cuando gesticulaba en el partido contra Francia? Mmm...

Walter Kung Fu dijo...

Me gustan vuestros síndromes.

Antikhristas dijo...

Al menos es un síndrome que te permite fantasear... ¡y nada menos que con el amor! Yo creo que con tanta tele-rosa debe haber más de uno con este diagnóstico...

Walter Kung Fu dijo...

Evidentemente. ¿Quién de vosotros nunca ha sentido, en menor intensidad, éste Síndrome de Clérambault? ¿Quién no ve señales, posiblemente donde no las hay, cuando está enamorado?

Hermoso y romántico síndrome.

Anónimo dijo...

ustedes ni se imaginan lo que es sentirse perseguido y amenasado por una erotomaniaco