miércoles, 6 de septiembre de 2006

Alatriste.

Mucho se habla estos días del último gran estreno nacional: Alatriste. España ha regresado a su Siglo de Oro para -cargadita de oro- demostrar al mundo que si entonces pintábamos, hoy filmamos. Vamos, que donde hubo un Velázquez bien puede haber hoy un Díaz Yanes, o Pérez Revertes en lugar de Quevedos. ¡Y que todo el mundo se entere! Así, llenos de orgullo patrio, levantamos nuestras picas y llegamos no sólo a las portadas de las revistas de verano, sino también a los cines de ídem. Y claro, como no podía ser de otra forma, también a Sindrogámico. Yo, que ando por las playas perdido en compañía de Clarín, me he contagiado de su afán por denunciar sandeces. Luciendo humildad, pues, me dispongo a contaros por qué NO DEBÉIS ver este nuevo disparate de nuestra cartelera. Lo cual, para que nos entendamos, se podría sintetizar en un solo motivo: porque es una superproducción.
Eso sí, que ningún integrista de lo alternativo se frote las manos, que aquí no vamos a arremeter contra las cosas sólo porque apesten a dinero. ¡No! Si me irritan las superproducciones es sobre todo por el componente megalómano que tienen. La gente se forra de oro, ya lo decíamos antes, y pierde el rumbo. Pasó entonces y pasa ahora. En lo único que hemos terminado imitando a los Austrias ha sido en la desmedida ambición... y en el consiguiente descalabro. Bienaventurados los que aspiran a poco, porque esos tendrán más posibilidades de conseguirlo. Agustín Diaz Yanes ha querido llegar a lo más alto y se ha metido un hostión de cojones. Ha querido poner la guinda con todos los aspectos de su película y, precisamente por eso, el pastel se hace indigesto. Veamos cómo.
1-. El planteamiento. Alatriste, como sabéis, es una adaptación de las novelas de Pérez Reverte sobre un espadachín pendenciero y noblote del siglo XVII. En total, según tengo entendido, la serie está compuesta por cinco títulos. Y Agustín Diaz Yanes, enfermo de pretensiones, los ha adaptado todos. ¡Todos! ¿Consecuencia? Con tanta historia… se ha quedado sin historia. Alatriste se nos presenta como una sucesión de episodios inconexos cuyo seguimiento llega a ser un suplicio para el espectador. Cada novela ha terminado siendo una anécdota o dos, sin prestar atención al hilo argumental general. Ya lo dijo el refranero: "quien mucho abarca, poco aprieta". Por no entender, ni siquiera se entiende quién es el malo... o lo que quiere. ¡Cuánto se echa de menos el viejo truco de la música de Darth Vader! ¡Amemos el maniqueísmo!
2-. El casting. Seguro que pensáis que la gran cagada tiene que ver con la elección de Aragorn para el papel de Capitán Alatriste. El actor, por mucho español que sepa, parece que está estreñido (o con diarrea) cada vez que abre la boca. Y eso jode. Pero no jode tanto como lo que ha ocurrido con los secundarios. De todos es sabido que el cine español es una gran familia, ¿no? Pues bien: en cuanto hay millones, toca compartirlos. El reparto de Alatriste parece una velada dominical en el salón de Parada, con todos los amigotes columpiándose a mayor salud de nuestras películas. Pero en ésta, señores, el fenómeno ha alcanzado cotas de absurdo. Cuando uno ve a Blanca Portillo interpretando a un hombre, tiene la sensación de que faltaban papeles para tantos candidatos. La mismísima Pilar López de Ayala, antaño laureada por aquella locura pajillera de Juana la Loca, ha tenido que conformarse con un papel insignificante. Y eso, queridos míos, en mi mundo se llama cameo. Igualito que en Torrente. Si además le añades el vestuario, entonces la catástrofe se convierte en carnaval. Regla de oro: en una película de época, cuanto menos conocido sea el actor, menos probabilidades tendrás de que parezca disfrazado. En el caso de Javier Cámara daba igual, que por algo es el único actor del mundo IMPOSIBLE DE CARACTERIZAR. Pero en el resto… No tengo palabras para el Quevedo desmelenado de Juan Echanove, y mucho menos para el fraile de Blanca Portillo. ¿A qué estamos jugando? ¿Al Quién es quién? Nota: que nadie se pierda al espadachín italiano. ¡Con ese acento parece un futbolista de importación!
3-. La fotografía. ¿De verdad tenemos que creernos que en 1600 la luz era como en los cuadros de Velázquez o de Zurbarán? ¿O será que el director de fotografía, babeando por la pintura del Prado, ha querido dejar muy claro que entre los viejos pintores y él no hay apenas diferencias? Las señoras mayores os lo dirán en la puerta del cine: la fotografía es espléndida. ¡Parecen cuadros! ¡Y tanto! De tan rígidos e inmóviles, diré yo. Me lo imagino perfectamente: el tipo coloca doscientos focos para iluminar una habitación y le queda precioso, pero hay una pega: el actor no puede moverse ni un milímetro. Y así, señores, no resulta natural ni Viggo Mortensen (que ya de por sí está limitadito, el pobre). El eterno problema de las luces es que no dejan moverse ni a los actores ni a la cámara. No pediré que filmemos a oscuras, claro, pero habrá que encontrar un término medio, ¿no? Y dejémonos ya de homenajes a pintores, coño. Filmar una historia del barroco con la luz de Velázquez se me aparece tan estúpido como ambientar otra a principios del siglo XX y facetarla a la manera cubista. No confundamos las churras con las merinas, o sea, la pintura con el cine (o con la historia). Otra nota: el detalle de reproducir Las lanzas me ha parecido de una pedantería intolerable (por cutre, no por pedante).
4-. Las batallas. Aquí nos topamos con la gran paradoja del cine español: cuando se pone pretencioso despilfarra los millones por doquier, pero sin dar espectáculo gratuito. Ante todo, seamos serios, deben de pensar. ¿Batallas en Alatriste? Je, je. Sal gorda; opio para los tontos. Díaz Yanes y Reverte no pueden caer en semejantes bajezas. En este país tenemos los santos cojones de hacer películas de aventuras donde no hay aventuras. ¡A ver si alguien se pimpla la trilogía de Indiana Jones de una puta vez! ¡Que la acción no es sinónimo de embrutecimiento! Las batallas de Alatriste no son tales, sino vulgares escaramuzas. ¡Parecen sketches! Y claro, el efecto, más que serio y comedido, es de absoluta cutrez. Señor Díaz Yanes: usted no parece más listo, sino más pobre. ¡Manda huevos, en tamaña superproducción!
5-. La ambientación. Junto con las batallas, el hijo tonto del proyecto. Supongo que los productores ya se habían gastado todo el oro en otras cosas y no les quedaba para levantar edificios, porque de otro modo no acierto a comprender. El Madrid del Siglo de Oro, con sus calles embarradas y hediondas, con su título de "capital más guarra de Europa", es una auténtica golosina. ¿Por qué, entonces, reducirlo al mismo callejón, repetido una y otra vez? Fijaos bien y contad cuántas veces veis el mismo arco (de atrezzo, además). Os juro que al final parece que toda la acción transcurre en el patio de atrás, de insípidas que son las localizaciones. Es de coña: Ridley Scott se viene a España para ambientar sus cruzadas y nosotros no sabemos ambientar nuestro Siglo de Oro, que vino después y por lógica sus edificios deberían de haberse conservado mejor. Ah… misterios de nuestro cine.
Para terminar, y para que no me tachéis de negativo e intolerante, compartiré también con vosotros algunos aciertos de la película. Me gustó Unax Ugalde por guapo y por buen actor. Me gustaron detalles como las mechas de las escopetas, quizás porque me recordaron a Mortadelo y Filemón. Y me encantó una escena donde Alatriste dice aquello de "¿por qué siempre tenemos que acabar matándonos entre nosotros?". Sin duda, la película tendría que haber acabado ahí y no en esa otra incomprensible escena final, que uno no sabe si tomarse en serio o a coña. Lo dicho, queridos míos: no vayáis a verla. O mejor todavía: id, ved, y opinad en Sindrogámico.

8 comentarios:

n. dijo...

Puf, espero que la resaca promocional de la película dure porque parece que el boca-oreja la está masacrando. Yo todavía no la he visto, pero por lo que he leído por ahí parece que han hecho algunas cosas raras. Y es que, por mucho que nos creamos, los americanos nos llevan años luz de ventaja en según qué terrenos: a un cineasta europeo le das dinero y parece que lo único que se le hincha son las pretensiones. Por ejemplo, ¿era necesario juntar los 5 libros para hacer una sola película? ¡Si en Estados Unidos el más tonto te hace una trilogía con dos ideas! Piratas del Caribe 2, por poner un ejemplo de cine de entretenimiento puro, puede no ser más que un catálogo de atracciones de parque temático, pero al menos no engaña en lo que ofrece.

En fin, que permeable a las críticas como soy no sé si finalmente iré a verla. De todas formas, entre todas las críticas la que más he fascinado ha sido la del inefable Agapito Maestre. El último párrafo es an-to-ló-gi-co. Un saludo a todos, qué bien que estéis de vuelta.

Anadja dijo...

Gracias por tu crítica, Rafa, porque me ha dado tremendas ganas de ir a ver la peli y despellejarla...Una vez más no coincides con Carlos Boyero, y seguramente yo tampoco, a pesar de lo bien que me cae ese señor...En fin, que lástima, porque la obra de Díaz Yanes, me parecía interesante.

Anadja dijo...

La crítica de Agapito Maestre es tan impagable como su propio nombre. libertaddigital.es es un fanzine de humor, a mi lo que me da es risa.

Anónimo dijo...

Pues sí, Rfa, por primera vez en bastante tiempo coincido 100% contigo en la valoración de una película. Pensé lo mismo casi palabra por palabra, incluido el recuerdo a Santiago Segura.

Como la elijan para los Oscars se van a reir de nosotros un rato...

mikto kuai dijo...

Bueno, ya está, la acabo de ver, ¿qué puedo decir?, pues que me he aburrido mucho. He salido con una especie de entumecimiento del cine, sin más, sin tener casi ninguna sensación, fue como ver pasar un tren y esperar al siguiente mientras uno lee el periódico o un libro, por supuesto la película sería el tren y no el libro. Tengo una opinión anestesia, no he sentido prácticamente nada, ni frío ni calor, ni sangre ni hielo; plana, plana como un centollo es la película.

La voz de Mortensen no me gusta, pero tampoco me incomoda demasiado, aunque no se a santo de qué la fuerza como si estuviera hablando en voz baja y ronca a causa de una bronquitis permanente. Lo de Blanca Portillo tampoco me parece que se salga del tiesto. Y sí coincido con usted Rfa. en que hay cameos por doquier, pero es que, ¿qué podía haber si no?, ¡si el guión no se sostiene por ningún lado! Plano, plano como un centollo, no hay ningún diálogo que sea emocionante, vibrante, antológico, lo cuál no es mucho pedir en tamaña superproducción. Frases sueltas si se pueden destacar algunas, como la que usted comenta Rfa., "¿por qué siempre tenemos que acabar matándonos entre nosotros?", es estupenda, una maldita frase, creo que hay alguna otra, pero no la llegué a memorizar del aburrimiento. Es una pena que grandes actores como Javier Cámara, Unax Ugalde, Pilar López de Ayala, Cristina Marcos, Eduard Fernández, no luzcan en absoluto debido a la pobreza de guión que hay, ni el mejor actor puede con algo tan insulso y sin fuerza. Y lo de las batallas, pues la del final tiene su cosa oye, pero esperar casi dos horas y media para verla, con algunos apuntes de espadachines entre medias, pues como que no.

Curioso me parece que no haya sentido en ningún momento verguenza ajena de lo que estaba viendo, como me suele pasar con otras superproducciones, lo cual es de valorar ¿¡?, tal y como están las cosas en este tipo de cine. Y otra cosa que me sorprende es la ausencia de algún toque de humor, no hay nada, cero, ni la más mínima nota cómica, ¿pero esto no iba a ser una película de aventuras?, hombre, un chiste, por dios, o algo que me hubiera hecho reacionar más allá de mi indiferencia. Y con tanta pasta de presupuesto, me falta ver monumentos o lugares concretos de la ciudad donde se supone que se ambienta gran parte de la película, puestos al cameo, pues que caméen lugares de Madrid como se merece. Eso si, un vestuario de lo más completo, por armario no será la película.

En fin, lo repito, una indiferencia bestial por lo que he visto. Esperaba algo más con Yanes en la dirección y el guión. Plana, plana como un centollo es la película en toda su extensión.

Anadja dijo...

Creo que esperaré a alquilarla...con tamañas críticas se te quitan las ganas de verla,(me fío bastante de vosotros dos, chicos).
¿los centollos son planos?

mikto kuai dijo...

Pues yo te animo a verla en la gran pantalla Anadja, y así podrás opinar, además, si es aburrida en el cine no te quiero ni contar en dvd.

Los centollos no es que sean como un folio de planos, pero algo si son... la peli es eso, un centollo, plana sin ser como un folio.

Rfa. dijo...

La vida está llena de sorpresas, queridos. Ayer por la tarde estuve en Baeza y descubrí que ERA ALLÍ donde Agustín Díaz Yanes había encontrado su maldito callejón, EL ÚNICO que sale en la película. Tengo que reconocer que, vista al natural, la callecita de marras es impresionante. Pero sigo pensando que la película pedía mejores localizaciones.
Respecto al humor de la cinta, querido Mikto Kuai, lamento no estar con usted. ¿No le pareció a usted graciosa la última secuencia? A mí sí, y eso me irritó mucho. No entiendo que ese supuesto "heroismo a costa de todo" que pretenden vendernos sea también objeto de burla. ¿Cómo quieren que veamos a los personajes? ¿Como tontos o como héroes? ¿Quieren que les compadezcamos o que nos riamos de ellos? Hay chistes en Alatriste, querido amigo, pero están donde no deben.
Por último, aprovecho para criticar a mi admirado Javier Marías, que convirtió su página del EPS en un vulgar instrumento de felación amistosa, al más puro estilo Torrente ("¿nos hacemos unas pajillas?"). Y todo porque él y "Tano" son colegas. Moraleja: si eres crítico, no tengas amigos directores, porque luego te va a dar palo cagarte en sus películas, y al final vais a quedar mal los dos.