jueves, 5 de julio de 2007

Alex

Mientras escuchaba el agua, estaba yo pensando en las personalidades de la gente y su manera de expresarlas, o de sacarlas a la luz. En los últimos días en esta ciudad estoy conociendo a mucha gente nueva (más de lo que podría ser lo habitual), y en este apartado sociológico, en el de la interacción entre personas no muy conocidas, poco, o nada, se descubren cosas muy interesantes. Me he dado cuenta por ejemplo de que hay ciertas personas que por su manera de comportarse no te permiten mostrar tu propia personalidad, sino algo envuelto, atenuado, o sencillamente quieto. Incluso a veces, dependiendo de la situación, en un estado de no relajación, uno puede llegar a actuar en contra de sus principios. Por otra parte, existen otras personas que son todo lo contrario, consiguen que te sientas cómodo, hasta el punto de poder mostrarte, si no como eres, al menos sí como algo muy parecido. E iría más lejos todavía, porque he conocido a personas que no sólo consiguen que te sientas a gusto y mostrándote con tus debilidades y fuerzas, sino que encima hacen de ti un ser que busque a consciencia y casi por placer la propia mejora como persona. Esto es sólo un punto en el infinito de lo que se podría hablar sobre las gentes, las personalidades, los mundos que hay sobre la tierra.

En fin, no quiero teorizar mucho sobre estas cosas, pero es curioso como si te fijas, y las condiciones a tu alrededor y las tuyas lo permiten, puedes ver con una claridad aumentada la magia o no, el entusiasmo o no, la vitalidad real o no de otras personas, su grado de estima hacia sí mismos. La intuición es algo que año tras año uno va mejorando, y por supuesto la experiencia es un grado (topicazo pero verdad como un templo de grande). Y yo no soy más que un ser que día tras día, por cierta experiencia que tenga, me sorprendo de cosas y continúo aprendiendo (si así no fuera mal íbamos), sobre todo cuando me esfuerzo por salir de mi zozobra y me pongo a prueba, entonces mi sangre corre líquida y refrigera mis sentidos.

Y todo esto para decir que en Berlín en estos momentos el cielo está envuelto en un gris casi blanco, llueve a un ritmo cansino y constante, y el Fernsehturm (el pirulí alemán) de Alexanderplatz, mira en silencio a una ciudad que se mueve lentamente, empapada en agua y grafitis.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mikto Kuai.

Me encantan tus crónicas berlinesas. De hecho, son tan bonitas, que haces que piense que casi merece la pena echarte de menos en una ciudad de cielo azul y moscas.

Walter Kung Fu dijo...

Esa foto acompaña perfectamente tus palabras acerca de un Berlín casi mágico, de ensoñación. Ay. Es tan difícil ser uno mismo.

June Fernández dijo...

Me he sentido identificada porque suelo pensar que me falta personalidad, ya que la de las demás personas condiciona muchísimo sin querer mi actitud. Si preguntáis por mí a varias personas unas os dirán que soy callada y otras cotorra; fría o cariñosa; seria o payasa; tímida o prepotente...

Por un lado, por lo que dices: lo que transmite la otra persona influye dando confianza, o no, dando pie a mostrar una cara u otra. Y también creo que hay cierta tendencia a mimetizar o a compensar, depende de las personas y la situación. Es difícil ser una misma, sí.

Anónimo dijo...

Mikto Kwai, esta crónica me ha resultado emocionante. Al leerla me parecía estar entre la bruma de un texto poético (entiendo la poesía como uno de los territorios en los que cabe todavía la reflexión), auténtico y humilde (en el sentido de no vanidoso ni pretencioso).

Seguiré aprendiendo contigo (más cerca ya del otro lado, sigo aprendiendo; si no, ¡para qué!).

mikto kuai dijo...

Muchas gracias a todos por los comentarios, me han tocado profundamente, y es que uno anda la mar de vulnerable, es lo que tienen los retos, como el lanzarse a una especie de precipicio en una ciudad que no conoces realmente y no hablas el idioma del lugar. Los comienzos suelen ser duros, pero creo que es cuando más se aprende. Y todo es más fácil si tienes algún amigo que pueda ayudarte (Andreas, te voy a hacer un monumento).

La verdad es que, por mucho que uno crea lo contrario, sí que es difícil ser uno mismo, eso si sabes quien eres, que tampoco es fácil, somos camaleones por pura supervivencia... pufff, que me estoy poniendo muy denso... Saludos a todos :-)

n. dijo...

Maravilloso, Mikto. Siempre he admirado la capacidad de ciertas personas de adaptarse a diferentes contextos, siempre sin ser unos bienquedas, siempre manteniendo una voz propia. Creo que es un poco a lo que todos aspiramos.
Mucho ánimo para tu nueva etapa, los comienzos siempre son difíciles, pero la recompensa merece la pena.

Álvaro dijo...

Si es lo que tiene la supervivencia...
Y, en cuanto a lo de la personalidad, la tenemos todos. Hay tantas personalidades como personas en el mundo

Pat dijo...

Es muy interesante tu reflexión, clara y sincera.
A nivel peronal no me fio de mis primeras impresiones, ese instinto no lo tengo muy desarrollado, pero sostengo la teoría de que la personalidad se adapta al entorno y al ambiente, sin que ello signifique que se deje de ser uno mismo. Simplemente se utiliza un color diferente de la paleta, nadie es siempre azul o rojo...

Anónimo dijo...

La capacidad de adaptación es un bien valioso, pero a la vez peligroso.

Rfa. dijo...

Maravilloso retrato de la nueva vida, Mikto Kuai. Lo que más te envidio, no lo dudes, es la posibilidad que te ofrece una ciudad diferente de convertirte en otra persona. A mí, eso de reinventarme me atrae tanto como las luces brillantes a las moscas: me acerco al cambio con un zumbido, me estrello y dejo de ser como era. Por suerte, en lugar de convertirme en chatarra de mosca, me convierto en otra persona. La personalidad puede llegar a ser un disfraz incómodo, pero sobre todo aburrido. Y en viajes como el tuyo, querido Mikto, siempre resulta más fácil desembarazarse de uno mismo.