viernes, 20 de julio de 2007

El derecho al mal gusto



"Sólo soy culpable de tener mal gusto", se defiende Woody Harrelson en una de las escenas más memorables de "El escándalo de Larry Flint". Hacía mucho tiempo que este alegato no parecía tan oportuno en este país (lo siento, no he podido encontrar una versión subtitulada del vídeo, espero que lo entendais). Los motivos, tras "leer más".


La noticia...

...y la portadita


4 comentarios:

Walter Kung Fu dijo...

Este suceso me tiene preocupado. Si bien es claro el mal gusto que acompaña a la portada, no hay duda alguna, más grave resulta el acto de censura acometido porque si no recuerdo mal seguimos bajo el paraguas de una democracia, donde la libertad de expresión es uno de sus principios más significativos. O no.

d. dijo...

Desde luego que el asunto es preocupante. Desde Europa siempre nos tienen el ojo echado, porque somos una democracia joven, más joven de lo que nos pensamos. En España todavía caben pataletas reaccionarias como esta, que esperemos que no vaya más allá. Del Olmo ha mostrado una inteligencia torpe al no dejar pasar lo que habría sido sólo un número más de una revista satírica recordado por nadie. En cambio, ha preferido atentar contra el derecho a expresarse y, también, a tener muy, pero que muy mal gusto.

Pat dijo...

mal gusto, mal gusto...es un poco zafia pero tiene su encanto. También reconozco que yo tengo momentos un poco bestias.
El secuestro si que tiene mal gusto y regusto.

Rfa. dijo...

Llego tarde, pero quizás eso haga más interesante mi aportación. Cuando el juez decidió que podía mandar a la policía a los quioscos, yo estaba fuera de España con el firme propósito de no enterarme de nada hasta el día en que volviese. Así que hasta que no regresé, no me compré el periódico. ¿Y qué me encontré cuando lo leí por fin? Que Barcelona se había quedado a oscuras, que el famoso psicópata solitario había resultado ser un payaso y que habían secuestrado una edición de El jueves. Al ver todas esas cosas de golpe, me di cuenta de que mi país es bastante ridículo, pero me hizo gracia tanta cutrez. En el fondo (y que me perdonen los más comprometidos con el avance de España), encuentro algo divertido en esto de que hagamos las cosas tan mal, una y otra vez. Somos tan cutres que hasta da risa. Aunque, eso sí, no tanta risa como la portadita de marras. El chiste es buenísimo, no me digáis que no.