domingo, 8 de julio de 2007

Despedidas

Esta época del año también se caracteriza por cruzarse uno por la calles con grupos ruidosos de personas de un mismo sexo, algunos estrafalariamente vestidos, rodeando al actor principal de la noche cuya vestimenta, más ridícula que las de los demás, es adornada por burdos disfraces femeninos para ellos y con penes en la cabeza para ellas. O por formar parte de ellos.

Una despedida de soltero es algo extraño, pues si tienes suerte estarás de juerga con tus amigos y unos cuantos más, pero si te has metido en un lío puedes estar quitándote la camiseta por primera vez en el verano rodeado de desconocidos. En cualquier caso, nunca sabes donde dormirás esa noche, aunque sí como. Pero siempre hay momentos divertidos. Y siempre el novio acaba más borracho que todos los demás. No falla.

Aunque a mi me gusta más las bodas de fin de semana fuera de Madrid, donde los viernes sales y conoces a los invitados y lo sábados rematas. Próximo capítulo, las bodas.

4 comentarios:

Álvaro dijo...

¿Amigos? Si lo único que quieren es que el novio o la novia haga el mayor ridículo posible...jeje

Pat dijo...

Yo todavía estoy esperando que algun amig@ se case y me invite aunque sea a una cervecilla.
Hace dos mese o así por la Gran Vía, hacia las 6 de la tarde, vi dos desfiles de moda prepedo de la despedida(en este caso el novio iba de bebé en pañales...). No puedor...

Rfa. dijo...

A mí las despedidas no me atraen nada de nada, pero como tengo una debilidad por cualquier tipo de broma que tenga que ver con pollas, me divierte que la gente se ponga penes en el centro de la frente. Las despedidas de soltero sólo son memorables cuando menos quiere acordarse de ellas el novio después. Un amigo me contó una vez que él y sus colegas habían cogido al futuro marido, completamente borracho, y lo habían metido en un tren con destino Bilbao justo antes de la boda. Probablemente fuera una historia falsa, que nadie hace su despedida la noche antes de casarse, pero es a eso a lo que me refiero. Aunque con planteamientos como éste me arriesgo a ganarme todas vuestras antipatías, reivindico las despedidas-putada. Ahora bien: si alguna vez me caso, el que me la líe se queda fuera del convite. Queda dicho.

June Fernández dijo...

La única despedida a la que he ido fue muy bonita. Eran dos integrantes del grupo de danzas vascas así que recorrimos de día la costa vizcaína en tren para hacer trikipoteo (ir de bar en bar bebiendo y bailando con trikitrixa y pandero). La indumentaria fue muy marinera: la novia de la sirenita, el novio de cangrejo, y el resto de mahón: las ropas azules tradicionales de la costa vasca.

O sea que ese tipo de despedidas me gustan pero odio el rollo sexual, que además no tiene sentido ahora que la boda es un mero trámite que no tiene mucho que ver ni con las relaciones sexuales ni con la estabilidad emocional. Si en la mía hay un solo pito me largo. Tendrá una lectura psicoanalítica, pero me dan un asco terrible las pollas, y los boys ni te cuento. Aún así, me han hablado de algo un poco mejor: un stripper que se hace pasar por camarero y tontea con la novia, que no se espera que sea stripper, claro. Es una empresa que cubre toda España.

En cuanto a putadas sí o no, me parecen bien las bromas siempre que no sean pesadas. Lo de meter al novio en un tren o un avión es una leyenda urbana frecuente que no me acabo de creer.

Las bodas me encantan, y eso que trabajo en ellas (es una de mis facetas de pluriempleada), pero no me canso.