lunes, 13 de agosto de 2007

Tengo una mascota que mola

Desde que vivo en el centro de Madrid he podido comprobar como una de las razas de perro que más se estila entre los habitantes más jóvenes y modernos de sus modernos y jóvenes barrios es el bulldog francés. Una mascota pequeña y simpática que se pasea por las calles de la ciudad en variedad semejante a las zapatillas Vans. Y yo me pregunto, ¿perecerá antes la moda de estos adorables perritos o la de los axfisiantes pitillos?

11 comentarios:

Rfa. dijo...

Qué curioso, Walter. Últimamente he estado pensando que me molaría tener un perrito pequeño para sacarlo a pasear tomado, sin ponerlo en el suelo. ¿Será que cada vez soy más moderno? No creo. En realidad, la raza que a mí me mola no es la del bulldog francés sino la del típico caniche con pinta de rata. Sé que probablemente el perro más horroroso del mundo, pero no me importa: prefiero tener un perro feo a un perro que me ensucie de babas el sofá.
Respecto al moderneo que viene implícito en las razas de los chuchos, recomiendo a todo el mundo que se pase por El Pez Gordo, ese bar de tapas tan molón de la calle del Pez. Allí tienen una colección de fotos con todos los modernos del barrio paseando al mismo perro, un bulldog francés, y la verdad es que mola mucho.

Anónimo dijo...

veo que vivís en, u os paseáis por, mi barrio. Pensaba que esos perritos los regalaban con los pantalones pitillo. (la verdad es que son graciosos... los perrillos, no los pantalones... que también).

Yo siempre he preferido los perros que te llenan de baba y pelos la casa entera y te arrastran de la correa porque son más fuertes que tú y además no te ha dado gana educarlo, pero estos gabachillos me gusta verlos por el barrio.

rinconete dijo...

Amigos,
Creo que cada dia odio más a los perros. Probablemente odie a todas las mascotas por igual, aunque rescato la inmovilidad de las tortugas.

Extrañamente detesto más a los perros minúsculos pese a que son justamente los que menos molestan. No suelen apoyar sus patas encima nuestro mientras sus dueños nos explican ¨que son buenitos¨, ni tienen la altura suficiente para colocarnos su ocico en la entrepierna.

No recuerdo en que película se mencionaba que alguien era ¨nervioso como un chihuahua cocainómano¨. No logro alejar esa imagen de mi mente cada vez que veo un perro pequeño. Tal vez esa sea la explicación a mi rechazo.

No dejaré de hablarlo en análisis...

Anónimo dijo...

Hola Rinconete, me gustó tanto la frase que la busqué en Google y sale también, como "más exaltado que un chihuahua cocainómano", en "LA SOMBRA DE ALEJANDRO" de FRÉDÉRIC NEUWALD.

A mí los perros me encantan, tanto que no puedo tenerlos porque creo con ellos una relación que excluye a los demás (y es que me pueden morder, pero nunca te dan una mala contestación), pero los minúsculos me producen grima. Y sin embargo excluyo de los "grimosos" a ese bulldog francés. También me gustan los gatos. Y yo les gusto a ellos: el de una vecina sabía siempre cuándo no estaba en cada mi pareja y si era verano, con los balcones abiertos, se saltaba 4 balcones y cuando sonaba el depertador allí estaba, sobre la almohada de al lado.
Pero no tengo ni quiero tener animales.

¡Qué estupendo tema de agosto!

Walter Kung Fu dijo...

Rfa., siempre tan extravagante. Sólo de imaginarte con un perrito en tus brazos me descojono.

Rinconete, tus palabras me hacen recordar al cariño de un amigo por las tortugas. Muy divertido.

Y NáN, siempre alimentando este blog con sus historias y confesiones, me pareció muy tierna tu historia del gato. Una de las situaciones más placenteras que he sentido era la de sentir a mi amigo perro durmiendo en los pies de mi cama. Me daba tranquilidad y una extraña seguridad.

A mi los animales me gustan en general, al igual que las mascotas. En mi familia tenemos un perro, ya viejo, que cuidan mis padres mientras los demás nos dedicamos a otros menesteres y que tuvo el mérito de dotar de conversaciones las comidas familiares, aunque sólo trataran sobre su animalidad.

En cualquier caso, ahora nunca tendría un perro, necesitaría del espacio, tiempo y dinero suficiente para atenderlo. Entonces, con tales limitaciones para el cuidado de una mascota, ¿no es igual de peligroso e inconsciente tener un bebe? ¿O no?

Señores, me voy unos días a la playa.

rinconete dijo...

Hola nán, ¨exaltado¨ es sin duda mejor que ¨nervioso¨. Investigaré a este FRÉDÉRIC NEUWALD del que nada se.
Tu pasión por los perros me hace recordar un episodio que me relató un familiar. Fue a cenar a lo de un amigo y pasó toda la noche padeciendo los avances del perro de la casa y observando como su amigo le hablaba al perro, alababa su increíble inteligencia y le daba de comer desde la mesa.
Al terminar la cena le propuso a su amigo no volver a verse en su casa a menos que atara a su perro.
Una extraña historia de celos entre especies parecida a lo que comentás sobre el gato que detectaba la ausencia de tu pareja.

walter kung fu, habría que calcularlo bien, pero creo que un caniche o un gato siamés pierden en relación calidad-precio frente a un bebe (además, es poco probable que el caniche termine empujando nuestra silla de ruedas o pagando nuestra pensión...).

mikto kuai dijo...

Yo la verdad es que no soporto a los perros pequeños, con alguna honrosa excepción, y desde luego el de la foto no se salva de mi rechazo absurdo y tendencia malévola a llamarlos ratas, yo opino, llevandole la contraria a Rinconete, que normalmente los pequeños son los que más molestan. La mayoría no paran de ladrar, unos ladridos profundamente desagradables que me hacen sentir como me siento cuando escucho a ciertos políticos más de diez minutos seguidos, sí, la cosa es muy grave.

Sin duda me quedo con los perros grandes. Mi hermana tiene un golden retriever que adoro, es la mar de hermoso, cariñoso, bueno, comprensivo, apenas ladra y de vez en cuando le salta alguna que otra neura que le hace todavía parecerse más a la familia.

Dicen que los perros se parecen a sus dueños, es cierto, pero también es al revés, los dueños acaban pareciéndose a sus perros también, en más de una ocasión me he visto olisqueando como un auténtico can cuando he tenido la oportunidad de convivir con alguno...

Eduardo dijo...

"¿perecerá antes la moda de estos adorables perritos o la de los axfisiantes pitillos?"


Los bulldogs se extinguirán tras una intoxicación masiva por comerse los pantalones de sus dueños (mientras estos los llevaban puestos).

María dijo...

¡Ooh el dios de los Frenchies! llevas razón, qué manía le ha dado ahora a la gente por comprarse este chucho tan caro y raro ¿por qué esa estúpida moda por comprarse el perro más feo, matón y caro? je

Saludos

Hans dijo...

No coincidimos en esto. Odio los perros y consumo demasiado tiempor explicándole a mi hija pequeña la imposibilidad de vivir en un piso aunque sea grande con perros. En fin...

Anónimo dijo...

Hans, los perros tienen la ventaja de no replicarte con historias sobre el coste de la vida y la mala situación de los científicos investigadores.

Mi problema, je-jé, es todo el tiempo que dedico a explicarle a mi hijo, ahora que ya ha defendido su tesis doctoral, la "imposibilidad de vivir en un piso aunque sea grande con" los padres. (Y no veo cercano el fin de la disputa).