martes, 28 de octubre de 2008

Encuentros en el fin del mundo.

La paja siempre se ve mejor en el ojo ajeno, eso lo sabemos desde que aprendemos la lección número uno de humildad. En 2005, no sé si os acordáis, Werner Herzog estrenó Grizzly Man para poner en evidencia la parafernalia pseudo ecologista que puede inspirar a un colgado hasta llevarle a la muerte. En aquella película Herzog se burlaba, con la distancia prepotente que da ver los toros desde la barrera, de la ingenuidad de un señor que quería ser amigo de los osos. El mundo no es tan bonito como sale en los forwards cursis -decía el director-; en cualquier comento te pones a oler una flor y resulta que es carnívora. Ahora, tres años más tarde, Herzog estrena otra película para contar la misma idea pesimista y morbosa sobre la perversa Madre Naturaleza. Pero en vez de ceder el papel principal a un pobre desgraciado infantiloide, como ocurría en Grizzly Man, Encuentros en el fin del mundo está protagonizada por él mismo. Y, mira tú por donde, Herzog cae en los mismos errores que había cometido su loco enamorado de los osos: un afán por forzar reflexiones supuestamente profundas y un deleite vacuo en la estética de las postales antárticas. Es una película bonita, sin duda, pero ni de lejos tiene la enjundia cinematográfica que tanto placer me proporcionó la anterior.

4 comentarios:

Walter Kung Fu dijo...

Hasta tu última frase dudé si ir al cine a verla. Siendo fan de Grizzly Man y con final tan demoledor, creo que lo dejaré para otra ocasión. Grande Rfa., como siempre.

Me gustó esa referencia archivística.

NáN dijo...

por eso la M-30 es mi anillo de seguridad. Fuera de ahí, los osos.

d. dijo...

Sin haber visto su última película discrepo totalmente de lo que te parecen los intereses de Herzog en "Grizzly man": ni poner en evidencia nada, ni burlarse desde la distancia de la excentricidad de un pirado ("pobre desgraciado infantiloide", lo llamas tú).

Rfa. dijo...

Celebro tu discrepancia, d. Yo mismo estoy convencido de que el principal valor de Grizzly Man es el número de interpretaciones posibles. ¿Una película sobre la ecología mal entendida? ¿Una película sobre el poder devastador de la naturaleza? ¿O quizás una reflexión sobre el proceso de implicación personal de todo autor en su obra? Yo me quedo, sobre todo, con la interpretación en clave metacinematográfica: Grizzly Man es, ante todo, un diálogo entre dos directores de cine (uno de los cuales está muerto).